Archivado en: Inéditos cine
A mi juicio, el culto al deporte al que asistimos, la proliferación de las tiendas de ropa y la exaltación de ciertas películas sin más mérito que su espectacularidad -que para colmo, al no ser más que a una exhibición de efectos especiales ya es en sí misma bastante dudosa-, obedecen a un mismo asunto: la levedad de nuestros días.
El nuestro es un tiempo vano como ningún otro de los que he vivido. Más incluso que los años 80, cuando la frivolidad y la superficialidad eran ley. Porque entonces se alardeaba de ellas por cinismo, como lícito rechazo a la gravedad de los 70. Mas ahora, esas banalidades, son la pura verdad. No hay más gloria que la del fútbol -que ya hace enloquecer hasta las mujeres-, ir vestidos a la moda y ver películas fáciles, donde no haya más que espectáculo -léase "nada que entender"-. Si las cintas son robadas, mejor que mejor. Porque el expolio de la cultura, a veces con argumentos tan peregrinos como que es patrimonio de todos, es otro de los signos de nuestro tiempo.
Publicado el 6 de agosto de 2014 a las 15:00.